24/4/11

JP:


     Se despertó de golpe, de golpe y porrazo, comprobando que todo estuviera en orden alrededor de su cabeza: delfines en las ventanas, azules y rojos en el techo, un brazo en su cintura y el fin cerca del principio. Correcto.
     Si le hubieras preguntado ocho horas antes si se lo esperaba probablemente te diría que no, pero ahora y con esta luz era imposible negar la realidad medio segundo.
     Apartó el brazo más suave conocido y, embutida en una camisa a rayas, se recogió el pelo. Fuera de la cama pudo apreciar todas las venas que no había descubierto la noche anterior, parecía que se habían escondido y ahora, en un momento de despiste, se revelaban tímidamente sobre la piel de aquella extremidad más o menos conocida. Sonrió y desapareció en dirección a la ducha.

     Ahora se despertaba él y abría los ojos sin mirar, era una habitación colorida y luminosa, una habitación de chica como otras habitaciones de chica anteriormente visitadas. Había libros de física apilados en el escritorio, incienso en la pequeña mesilla de noche, ropa amontonada en el suelo y un móvil con motivos acuáticos colgando del techo. Sonrió  “qué tía más infantil”.
       Se levantó para coger el mechero y encendió un cigarro mientras se rascaba el brazo que se le había dormido. Luego recordó la noche anterior, salió para ver a Elisa, casi estaba en el bote hasta que desapareció de su campo de visión y vino ella, una chica normal con su cara plana, su ropa normal y la voz monótona, se pusieron a hablar y, como era visto, acabaron así. “No estuvo mal, fue divertido”.
       Cuando el cigarro dejó de existir entre sus labios para explorar las profundidades de la lata de Budweiser se puso los vaqueros, los zapatos y todo lo que venía después de eso, la vio salir de la ducha con la conocida y reconocida expresión de felicidad rota, se despidió con dos besos y, en el ascensor, buscó el número de Elisa en el móvil, anoche dijo que tenía tiempo para un café matutino, así podrían brindar por las ilusas reales y los enamorados imaginarios mientras fingían que todo es lo que parece.