27/2/11

Coming.

Ring. ring ring. Ring riiiiiiiing.

Quién eres, porqués y demases mientras preguntas cosas que no vienen a cuento de nada, voy a colgar. “La nuca, tócate la nuca. Vale, ahora vas hacer lo que yo diga que hagas. ¿Nos entendemos? Claro que sí, buena chica.”  De repente lo sabe todo de mi, todo lo que puedes leer en papeles, libros y tarjetas, pero necesita algo más “Qué música escuchas? ¿cuándo? ¿porqué? ¿En serio? ¿David Bowie?” Sonido, es un “clac”. Aspira y expira. Ahora resulta que Mallboro es la marca que más le gusta, que si se ha apagado uno de esos cancerígenos cilindros en el brazo. Etcéteras. Pasamos a las películas “Así que artes marciales ¿conoces a Choi Hong Hi? Era el militar que dio paso a la disciplina del taekwondo...”
Han pasado horas, me columpio en las cuerdas vocales de una voz que no asocio a ninguna cara. Alguien a quien jamás he visto ya sabe todo lo que se puede saber de mi y yo no tengo ni idea de con quién estoy hablando. “Está bien, ahora que somos amigos vamos a cambiar los papeles durante tres preguntas. Evidentemente no me vas a preguntar quién soy puesto que las llamadas anónimas están hechas para que el llamante permanezca en el anonimato. Adelante, tienes tres preguntas, procura ser un poco original, los clichés me cansan”. Después de tanto tiempo respondiendo, preguntar parecía lo más difícil del mundo.
Tres preguntas, sabes qué quieres que te respondan, pero no qué te van a responder. “¿Dónde estás? ¿Porqué me llamas? ¿Cuál es el olor que más te recuerda a tu infancia?”. Risas, mofa, vergüenza, desilusión y luz. “Sabía que no me ibas a decepcionar del todo. No ser un cliché te sienta bien, Ile. Tres preguntas, tres respuestas, como bien acordamos. Allá va: Estoy aquí, el olor que me teletransporta directo a mi infancia es el de la tierra mojada en invierno, cuando el frío corta la respiración y te duele la nariz por la simple idea de salir de tu casa. Y, mi favorita, si te llamo, Ile, es porque me gusta conocer a la gente antes de matarla. Y, he de decir, que ha sido un verdadero placer conocerte. En estas últimas horas he llegado a quererte como todas las cosas que hayas sido, seas y pudieras llegar a ser. Eres una persona hermosa y fantástica que  prontodejará un hermoso y fantástico cadáver, Ile. Nos veremos al otro lado del Aqueronte”.
Hierro y hormigón y la lluvia cayendo, Dios ha muerto. Ya no hay miedo al dolor en la nuca. El dolor no existe, se ha dormido como las fosas nasales que se acostumbran al frío de diciembre. Yo ya no existo como nada, ni siquiera como lo que podría llegar a ser dentro de la cabeza de ese alguien a quien nunca conoceré.  

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