Se supone que lo has ofrecido todo y lo quemas, te levantas y bailas. ¿Nadie te ha dicho nunca que los corazones de conejo y araña no son iguales? Pues tú los mezclas con toda la intención de convertirte en un dios, uno con D mayúscula. ¿Y porqué no?
Ayer era la arena que se escurrió en mi bota y el verano se tragó el libro de la mariposa para que nadie quisiera nada. Así que ayer la arena se esfumó en una pupila que no era la tuya y todos los hombres capicúa succionasteis y bebisteis, y bailasteis frenéticamente. Obtuvisteis un híbrido de conejo y araña, y la idea de las luciérnagas muertas que brillan sólo se articulaba y contorsionaba al ritmo de las olas en el seno de una madre araña a la que se la metió un conejo con los ojos vendados en medio de una playa sin ojos pero con arena en los calcetines.
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